“Descartes y Augusto Del Noce”, una recensione dalla Spagna

Pubblico questa recensione uscita l’8 novembre sul sito spagnolo paginasdigital.es sul mio saggio “Augusto Del Noce. La legitimación crítica de la modernidad”, traduzione spagnola di “Augusto Del Noce. La legittimazione critica del moderno”(Marietti 2011). L’autore, Antonio R. Rubio Plo, è laureato in Storia e in Giurisprudenza. È professore di Relazioni Internazionali e di Storia del pensiero politico presso l’Università Complutense. Inoltre è un analista di temi di politica internazionale su giornali come La Gaceta de los Negocios e Aceprensa, nonché su mezzi audiovisivi. È anche collaboratore in questo stesso settore in istituti specializzati come il CESEDEN e il Real Instituto Elcano.

Propongo l’articolo originale di Plo e di seguito la traduzione italiana.

Paginasdigital.es, 8 novembre 2023, Descartes y Augusto Del Noce (Antonio R. Rubio Plo)

El dualismo cartesiano, aplicado al cristianismo, puede llevar a la separación de la religión cristiana de la vida ordinaria todo lo contrario que el pensamiento de Pascal.

Con motivo del cuarto centenario del nacimiento de Pascal, estuve releyendo una obra de teatro francesa que se presentó hace unos años en la escena madrileña. Se trata de Descartes y el joven Pascal de Jean Claude Brisville (1922-2014), un combate dialéctico entre un Descartes maduro, de 51 años y marcado por el escepticismo, y un Descartes joven, de 24 años y con planteamientos radicales y emociones a flor de piel. Brisville parece tomar más partido por Descartes, que parece un alter ego suyo, que por Pascal. Descartes, aun viviendo en el mundo, se muestra ajeno al mundo y de hecho dice en esta obra que solo le importan “mi biblioteca, mis trabajos y mi libertad”, y expresa su preferencia por “la soledad, el silencio y la invisibilidad”. Confiesa que se siente más a gusto viviendo en Ámsterdam, en la que la mayoría de la población son comerciantes y solo van a sus asuntos, que en París. La vida de Descartes está enraizada en el pensamiento y le importan menos las conclusiones de una investigación que el propio acto de pensar.

Mientras reflexionaba sobre este dualismo cartesiano, cayó en mis manos el libro del catedrático de Filosofía Moral de la Universidad de Perugia, Massimo Borghesi, titulado Augusto Del Noce. La legitimación crítica de la modernidad (Encuentro). Del Noce (1914-1989) fue un filósofo católico italiano de complejas reflexiones, un filósofo inconformista que, en su juventud cuestionó no solo el régimen fascista sino también el cristianismo político y confesional. Su inconformismo, presente en todas las épocas de su vida intelectual y ajeno a las modas políticas y sociales, le llevó a criticar en sus últimos años a una burguesía hedonista que había sabido acomodarse a los tiempos posmarxistas, aunque a nuestro autor apenas le dio tiempo a contemplar la caída en cascada de los regímenes comunistas europeos, un hecho que confirmaba muchas de sus reflexiones. En la actualidad, Del Noce no ha caído del todo en el olvido, si bien el profesor Borghesi se lamentaba en uno de sus artículos de que una derecha política-religiosa, sobre todo en Italia, eche mano de este autor para criticar el progresismo ideológico-religioso, una instrumentalización cuyos dardos también han ido dirigidos contra el papa Francisco. Sin embargo, Del Noce tenía muy claro que la ideología reaccionaria constituye el reverso de la postura progresista, y no su superación. El libro citado, que apareció en la versión italiana en 2011, es un riguroso trabajo académico que sale al paso de esa instrumentalización. Se trata de una falsificación porque uno de los autores favoritos de Augusto Del Noce fue Jacques Maritain, y particularmente su obra Humanismo integral (1936), que supuso un antes y un después en el pensamiento del filósofo italiano. Del Noce compartía con Maritain el rechazo a un cristianismo subordinado a los poderes de turno, fueran de derecha o de izquierda, así como la negación de cualquier nostalgia de una sociedad medieval idealizada contrapuesta a la sociedad moderna.

Sin embargo, me sorprendió la valorización que Augusto del Noce hace de Descartes, bien desarrollada en su libro por el profesor Borghesi. Descartes no sería solo el representante de un racionalismo que llega a su culminación con Hegel y Marx, con todas sus connotaciones de panteísmo y ateísmo. El filósofo francés también habría influido en autores católicos como Pascal, Malebranche, Vico o Rosmini. Del Noce ve en Descartes a alguien que relaciona la libertad del hombre con la existencia de Dios, y en opinión del filósofo italiano, esto permitiría la posibilidad del encuentro entre el cristianismo y la democracia liberal.

El interés por Descartes se limitó, sobre todo, a un período de la trayectoria intelectual de Augusto del Noce. Este fue a lo largo de su vida un pensador solitario, un calificativo que dio título a una entrevista que le hicieron Massimo Borghesi y Lucio Brunelli en 1984. Del Noce se interesó posteriormente por Pascal, aunque no parece contraponerlo a Descartes. Todo lo contrario de la obra teatral a la que me he referido antes, en la que se reconstruye un encuentro real entre los dos filósofos franceses en 1647, aunque probablemente algunas de las réplicas que da Pascal a Descartes encajen mucho mejor en el período de su vida posterior a 1654, el año que Pascal señala como el de su “conversión”. Entre esas réplicas pascalianas están las de que Descartes deduce a Dios, pero no lo ve. Lo piensa, pero no lo siente. Se plantea a Dios como un juego, mientras que Pascal asegura que para él es un fuego que arde en su interior. El joven filósofo concluye diciendo que solo se puede conocer a Dios por medio de Jesucristo. Descartes huye de la disputa y señala que discusiones así podrían durar hasta el fin del mundo, y entonces Pascual asegura que “Jesús estará en agonía hasta el fin del mundo”. En efecto, Pascal comprende que ser cristiano es estar sometido a la incertidumbre, conocer una inquietud perpetua. Por eso en sus Pensamientos pondrá en boca de Cristo estas palabras: “Yo pensé en ti en mi agonía. Derramé gotas de sangre por ti”.

No soy filósofo, aunque sí un estudioso de las ideas políticas. El dualismo cartesiano no se puede negar, pero ese dualismo, aplicado al cristianismo, puede llevar a la separación de la religión cristiana de la vida ordinaria. En cambio, Pascal transmite la experiencia de un encuentro con un Dios personal, tal y como dice el papa Francisco en su carta apostólica dedicada al filósofo francés, Sublimitas et miseria hominis: “Es la experiencia del amor de este Dios personal, Jesucristo, que ha formado parte de nuestra historia y participa constantemente en nuestra vida, la que lleva a Pascal por el camino de la conversión profunda”.

 

Cartesio e Augusto Del Noce, di Antonio Rubio

In occasione del quarto centenario della nascita di Pascal, rileggevo un’opera francese rappresentata qualche anno fa sul palcoscenico di Madrid. Questo è Cartesio e il giovane Pascal di Jean Claude Brisville (1922-2014), un combattimento dialettico tra un Cartesio maturo, 51 anni e segnato dallo scetticismo, e un Cartesio giovane, 24 anni e con approcci ed emozioni radicali al granello di pelle . Brisville sembra schierarsi più con Cartesio, che sembra un suo alter ego, che con Pascal. Cartesio, pur vivendo nel mondo, appare estraneo al mondo e infatti in quest’opera dice che gli importa solo della “mia biblioteca, del mio lavoro e della mia libertà”, ed esprime la sua preferenza per “la solitudine, il silenzio e l’invisibilità. “. Confessa che si sente più a suo agio a vivere ad Amsterdam, dove la maggioranza della popolazione sono commercianti e si dedicano solo ai propri affari, che a Parigi. La vita di Cartesio è radicata nel pensiero e gli interessa meno le conclusioni di un’indagine che l’atto stesso di pensare.

Mentre riflettevo su questo dualismo cartesiano, mi è caduto tra le mani il libro di Massimo Borghesi, docente di Filosofia morale all’Università di Perugia, dal titolo Augusto Del Noce. La legittimazione critica della modernità (Encuentro). Del Noce (1914-1989) è stato un filosofo cattolico italiano dalle riflessioni complesse, un filosofo anticonformista che, in gioventù, mise in discussione non solo il regime fascista ma anche il cristianesimo politico e confessionale. Il suo anticonformismo, presente in tutti i periodi della sua vita intellettuale ed estraneo alle mode politiche e sociali, lo portò a criticare negli ultimi anni una borghesia edonistica che aveva saputo adattarsi ai tempi postmarxisti, sebbene il nostro autore avesse appena avuto il tempo di contemplare la caduta a cascata dei regimi comunisti europei, un fatto che ha confermato molte delle sue riflessioni. Oggi Del Noce non è caduto del tutto nel dimenticatoio, anche se il professor Borghesi in un suo articolo lamentava che una destra politico-religiosa, soprattutto in Italia, si serve di questo autore per criticare il progressismo ideologico-religioso, una strumentalizzazione i cui dardi sono stati anche diretti contro Papa Francesco. Tuttavia, Del Noce era molto chiaro nel dire che l’ideologia reazionaria costituisce il rovescio della posizione progressista, e non il suo superamento. Il suddetto libro, apparso nella versione italiana nel 2011, è un lavoro accademico rigoroso che resiste a questa strumentalizzazione. Si tratta di una falsificazione perché uno degli autori preferiti di Augusto Del Noce era Jacques Maritain, e in particolare la sua opera Umanesimo Integrale (1936), che segnò un prima e un dopo nel pensiero del filosofo italiano. Del Noce condivide con Maritain il rifiuto di un cristianesimo subordinato ai poteri al potere, sia di destra che di sinistra, così come il rifiuto di ogni nostalgia per una società medievale idealizzata contrapposta alla società moderna.

Mi ha però sorpreso l’apprezzamento di Augusto del Noce per Cartesio, ben sviluppato nel suo libro dal professor Borghesi. Cartesio non sarebbe solo il rappresentante di un razionalismo che raggiunge il suo culmine con Hegel e Marx, con tutte le sue connotazioni di panteismo e ateismo. Il filosofo francese avrebbe influenzato anche autori cattolici come Pascal, Malebranche, Vico o Rosmini. Del Noce vede in Cartesio qualcuno che mette in relazione la libertà dell’uomo con l’esistenza di Dio e, secondo il filosofo italiano, ciò consentirebbe la possibilità di un incontro tra cristianesimo e democrazia liberale.

L’interesse per Cartesio si limita soprattutto a un periodo della carriera intellettuale di Augusto del Noce. Per tutta la vita fu un pensatore solitario, descrizione che diede il titolo a un’intervista rilasciatagli da Massimo Borghesi e Lucio Brunelli nel 1984. In seguito Del Noce si interessò a Pascal, anche se non sembra contrapporre quest’ultimo a Cartesio. Tutto il contrario dell’opera teatrale a cui facevo riferimento prima, in cui viene ricostruito un incontro reale tra i due filosofi francesi nel 1647, anche se probabilmente alcune delle risposte che Pascal dà a Cartesio si adattano molto meglio al periodo della sua opera, anno che Pascal indica come quello della sua “conversione”. Tra queste risposte pascaliane c’è quella secondo cui Cartesio deduce Dio, ma non lo vede. Lo pensa, ma non lo sente. Dio è presentato come un gioco, mentre Pascal assicura che per lui è un fuoco che arde dentro di lui. Il giovane filosofo conclude dicendo che Dio può essere conosciuto solo attraverso Gesù Cristo. Cartesio fugge dalla disputa e sottolinea che discussioni come questa potrebbero durare fino alla fine del mondo, e poi Pascual assicura che “Gesù sarà in agonia fino alla fine del mondo”. Pascal, infatti, comprende che essere cristiano significa essere soggetto all’incertezza, sperimentare una perpetua inquietudine. Per questo nei suoi Pensieri metterà sulla bocca di Cristo queste parole: “Ti ho pensato nella mia agonia. Ho versato gocce di sangue per te.”

Non sono un filosofo, anche se sono uno studioso di idee politiche. Non si può negare il dualismo cartesiano, ma tale dualismo, applicato al cristianesimo, può portare alla separazione della religione cristiana dalla vita ordinaria. Pascal trasmette invece l’esperienza dell’incontro con un Dio personale, come dice Papa Francesco nella lettera apostolica dedicata al filosofo francese, Sublimitas et miseria hominis: «È l’esperienza dell’amore di questo Dio personale, Gesù Cristo, che “Ha fatto parte della nostra storia e partecipa costantemente alla nostra vita, che conduce Pascal lungo il cammino di una profonda conversione”.

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